El fuego de Junio - Coaching Azul
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El fuego de Junio

El fuego de Junio

19:17 24 junio in blog
6 Comments

Avanzamos en  este mes con el QUINTO capítulo del relato que comencé a compartir en el post de Febrero. Como escribía entonces, en procesos de autoconocimiento y desarrollo profesional, los facilitadores, a veces, utilizamos  cuentos, relatos cortos y metáforas. Son herramientas que invitan a la persona con la que estamos trabajando para que reflexione sobre una determinada situación o cuestión que le interesa o preocupa. También para que encuentre información propia con la que antes no contaba; bien porque no la podía ver, bien porque no la podía sentir, dado que al instaurarse  nuestra propia habitualidad en las respuestas racionales y emocionales no nos permitimos otras posibilidades. Las historias, las cuentos, las metáforas y también los sueños provocan cierta apertura a lo nuevo dentro de nosotros mismos. Por eso son tan enriquecedores.

Este es el capítulo 5 del relato que estoy compartiendo con mis lectores y seguidores. Es bastante más largo que los que utilizamos en las sesiones, pero no por ello pierde valor para el fin que comento.

En total son SEIS capítulos que iré publicado a razón de uno por mes.

Están conectados y forman un todo, así que resulta aconsejable la lectura de los cinco por el orden sucesivo de su publicación. Además al final de cada capítulo, amplío información y siempre hago una propuesta para el lector.

El relato se titula “CUATRO SUEÑOS”.

 

“Esos cuadros caprichosos, puesto que se originan en nosotros,

pueden bien poseer un analogía con nuestra vida y nuestro destino”

Goethe

 

 

 

CAPITULO 5

YA HAS LLEGADO

1

Fátima llevaba tiempo estabilizada. El objetivo primordial en ese momento era garantizar una nutrición adecuada y prevenir infecciones y úlceras por decúbito.  Como el día era soleado y hacía un calor soportable, le pregunté a Mateo si podría llevar a Fátima al jardín. Le pareció buena idea. La condición que me puso era que comprobase el funcionamiento del gotero y la atase a la camilla.  Fui a por ella a las dos y media. Candela me ayudó a sacarla. Mientras ella sujetaba el soporte del gotero, yo empujaba la camilla. Fuera nos colocamos bajo un frondoso y enorme magnolio cuya sombra nos permitía abrir los ojos, porque la luminosidad del sol de aquel día era intensa. Cuando la enfermera vio que todo estaba en orden,  nos dejó solos.  Muy cerca, el jardinero se afanaba por preparar una hoguera que resultase segura para poder quemar la maleza acumulada en su  carretilla oxidada.  En pocos minutos, el fuego crepitaba danzando alegre sobre todos los rastrojos. Yo no podía dejar de mirar las llamas. Su fuerza, sus movimientos y las formas que dibujaban me hipnotizaban. Cuanta más hojarasca les echaba aquel hombre, más se agitaban para crecer.  Recordé de nuevo la imagen del autillo quemándose vivo, pero no sentí tristeza, sino una agitación difusa en la zona del vientre. Miré a Fátima y me pareció que estaba nerviosa. No me equivoqué porque en segundos comenzó a mover sus brazos espasmódicamente.  Decidí llevarla a su habitación  y  de nuevo en su cama, volvió a estar serena.

 

2

Al final de la jornada y ya en casa rememoré las escenas del jardín. Me sentía culpable por haberla sacado de su habitación.

La oscuridad de esa noche, que ya me envolvía, no consiguió serenar mi mente llena de pensamientos extraños y negativos. Recuerdo que la última vez que miré el despertador de la mesita marcaba las cinco de la madrugada. A esa hora conseguí desconectarme de la torturante vigilia.

 

Fátima y yo bailábamos desnudos alrededor de una gran hoguera con otros seres sin forma humana. El ambiente era festivo y bullicioso. El baile no cesaba y parecíamos contorsionistas de circo. Adoptábamos posturas que me resultarían imposibles en mi vida diurna.  Después de un largo rato sin descanso,  la música se detuvo  y uno de aquellos extraños danzarines, se acercó al fuego con una vara bastante gruesa de la que salían hojas frescas. Firme y seguro, la sujetaba con su mano izquierda. La alzó mientras se reía a carcajadas y gritaba al estilo de los indios en las películas de vaqueros. Cuando tuvo el cetro bien alto, lo lanzó a las llamas y todos empezamos a chillar como él. Algunos se retorcían, vomitaban y después sonreían.

Fátima cogió mi mano y tiró de mí hacia el fuego que comenzó a devorarnos. No tenía dolor, sino una alegría intensa, profunda a la par que desbordante. Sintiendo todo mi cuerpo, me entregue por completo a ese momento abrasador y llegó el clímax. Fátima y yo habíamos creado un mundo del que ya no queríamos escapar.

Cuando nuestros cuerpos no eran más que cenizas y sólo quedaban las ascuas de la hoguera, salimos de allí transformados en dos pájaros azules. Yo sujetaba en el pico una perla irregular. Fátima cantaba: <<Muero, Cabir de fuego y en la noche me despierto. En mi calma soy poderosa y con la confianza de una sabia vieja recupero mi perla, mi entusiasmo, mi alegría. La fuerza creativa, que creí no tener y que creí haber perdido, me impulsa a volver. Ya estoy en mi casa>>.

 

PROPUESTA FINAL:

 

“La mente no debe llenarse cual recipiente

sino encenderse como fuego”

Plutarco

 

Estos sueños que tiene el Doctor Moratinos que en realidad están provocados por el sentimiento que ya tiene hacia Fátima, actúan como una especie de guía para que ambos comiencen a explorar todo su potencial como seres humanos. En estos sueños recogemos consejos o inspiraciones muy sencillas para la mejora de ambos.

Precisamente Fátima tuvo un accidente y su personaje que se dibuja inicialmente de forma general se destaca por su negatividad e imaginación también negativa.

 

En este tercer sueño, Fátima, tras explorar en sus dos anteriores sueños, la calma interior como estado ideal para comenzar a sentirse más segura y poderosa como persona y la confianza para participar en el juego que nos brinda la vida con todas sus luces y sombras, comienza a sentir el entusiasmo, la alegría de vivir y la creatividad.

La creatividad y la creación son inherentes al ser humano. Desde el origen y a lo largo de los siglos, las personas hemos desarrollado actividades racionales con otras creadoras tan necesarias como las primeras. Por ejemplo si pensamos en el hombre primitivo desplegaba sus acciones inteligentes destinadas a dominar la Naturaleza y además plasmaba en las pinturas rupestres escenas de caza. ¿Para qué pintaba?, ¿tenía alguna necesidad que le impulsase a hacerlo?, ¿tenían algún propósito esas pinturas?…

El ser humano es siempre creativo. Y no solo como artista ya sea mediante la palabra como escritor, la imagen como cineasta o fotógrafo, las formas materiales plásticas como arquitecto, pintor o escultor, el movimiento, la danza, la música o la ciencia o la artesanía, ya que toda obra es el resultado del proceso que lleva a la manifestación de algo, al alumbramiento de algo en este mundo.

Desde mi punto de vista, la historia personal de cada uno es también un proceso creativo y para que sea fructífero necesitamos sentir nuestra fuerza vital.

Esa fuerza vital puede recibir muchos nombres: “entusiasmo”, “ganas”, “regocijo”, “gozo”, “alegría”.

Pero lo más importante es que si esa fuerza vital está apagada, necesitamos ante todo hacernos preguntas para descubrir qué está pasando y cómo se puede encender de nuevo esa llama de fuego lleno de misterio que cada persona lleva dentro de sí.

Como señala el escritor Stefan Zweig «Crear es una lucha continua entre la consciencia y la inconsciencia. Sin estos dos elementos no puede realizarse el acto artístico (…) Sometido a esa ley, es libre».

Marta Antuña

Junio 2019

6 Comments
  • María Belén Braña Lopez 20:03h, 24 junio Responder

    Me encuentro envuelta en esta creación tan fascinante. Muchas felicidades Marta

    • Marta Antuña 14:01h, 27 junio Responder

      Gracias, Belén. Me entusiasma saber que te gusta. Un abrazo.

  • Trinidad 19:21h, 25 junio Responder

    Es apasionante, ojalá nos dejemos guiar hacia ese potencial tan grande que tenemos dentro

    • Marta Antuña 14:00h, 27 junio Responder

      Así es Trinidad! Lo sabes. Un abrazo

  • Yolanda Almajano Hernández 12:57h, 27 junio Responder

    Me ha encantado Marta!.Así es necesitamos activar el fuego para poder salir de nuestro estado interior negativo,construyendo un nuevo yo que nos despierte a la creatividad y a desarrollar el potencial que todos tenemos dentro!.

    • Marta Antuña 13:59h, 27 junio Responder

      Muchas gracias por tu comentario. Has captado la idea muy bien. Un abrazo, Yolanda.

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