¿RELACIONES INFECTADAS? - Coaching Azul
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¿RELACIONES INFECTADAS?

¿RELACIONES INFECTADAS?

07:42 30 septiembre in blog
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“Deja que todo ocurra, la belleza y el terror, y sigue adelante, ya que ningún sentimiento es definitivo”. R.M.Rilke

 

¿Están nuestras relaciones infectadas?

 

Tras el descanso de Agosto, confieso que la <<rentrée>>de Septiembre está siendo muy complicada. No solo la vuelta al cole de los niños y los profesores son un escenario inquietante para ellos y también para los padres, sino que en general el ambiente social y político es preocupante , aparte, claro está, del estado de amenaza para la salud.

 

Si en general las relaciones a nivel político y social están muy encrespadas, me pregunto cómo se están desarrollando las relaciones de tu día a día y si de alguna manera podemos mejorarlas en caso de que sean motivo de desdicha.

 

Y para ello lo primero de todo es necesario darnos cuenta de la emoción y emociones que va a impulsar mi forma de tomarme las cosas, mi forma de responder o de actuar ante lo que dice, hace o decide la persona con la que me relaciono.

 

Si observamos las relaciones de los políticos, es fácil identificar las emociones que reinan más marcadamente en la actualidad. Así que partiendo de estas podremos analizar las que nosotros también sentimos, porque todo resulta sistémico y contagioso.

 

Estas emociones son:

 

1.- El Miedo.

 

2.- La Tristeza.

 

3.- Ira o rabia.

 

4.- Desconcierto y confusión.

 

5.- Y el sentimiento de odio y aversión.

 

Podríamos decir que en la sociedad y en el mundo, hoy en día, hay un plaga de las que acabo de decir hasta el punto de que vivimos relaciones contagiadas por estos “virus emocionales”.

 

  • ¿Cuál es el mejor remedio para que nuestras relaciones no fenezcan?

 

Lo primero de todo identificar esos virus emocionales. Es decir, no vivir en la nebulosa espesa del no saber qué me pasa y reaccionar a la primera de cambio, sin control.

 

La respuesta ciega, por esa falta de claridad me meterá en ciénagas aún peores a las que me encuentro.

 

Un impulso descontrolado en un ataque de ira me puede llevar a matar, por ejemplo, así que si sentir ira ya de por sí, resulta perturbador, matar es mucho peor, porque tu vida será una pesadilla.

 

He puesto una consecuencia muy extrema, matar, pero pueden ser otras consecuencias, como agredir, maltratar, romper una relación, así que la siguiente pregunta es:

 

  • ¿Qué estrategias puedo utilizar para que estas emociones no acaben con mis relaciones personales?

 

1.- Romper hábitos de pensamiento y empecinarnos en un único punto de vista, el mío.

 

Es decir, imagina que tu compañero de trabajo ha vuelto a dejar desconectada el robot de fotocopias, escaneo, fax, etc. y eso supone que para volver a conseguir que el aparato esté preparado para el trabajo que tenías que hacer, tengas que esperar unos diez minutos y esta espera te enardece.

 

Seguro que vas a sentir un gran cabreo contra ese compañero y puedes pensar: “…lo hace aposta…”, “…se lo he dicho mil veces, pero le importamos muy poco …”, “…ya no sabe cómo jorobarnos a todos…”

 

Seguro que tu cabreo bajará de intensidad si piensas:

 

“… es un despistado…ya se lo recordaré cuando esté tranquilo…”, “…habrá desconectado él la fotocopiadora o habrá sido un apagón…”

 

La calidad de tus pensamientos, dará calidad a lo que sientas y en consecuencia a que tus relaciones no estén en virulenta tensión.

 

No niego que tu compañero esté haciendo algo incorrecto a sabiendas, pero date una oportunidad más para no cargar de pensamientos negativos una situación y arréglala desde un estado sin enfado. Enfadarte depende solo de ti.

 

Este cambio de hábitos en el pensamiento, hay que acompañarlo de varias respiraciones ventrales que lleven una buena inspiración y carga de oxígeno a tu amígdala en el cerebro. Está estudiado que esta respiración profunda e intensa solo realizada por tu nariz favorece tu respuesta nerviosa.

 

2.- Vivimos tiempos en los que casi todo va muy deprisa, hay en general un ritmo trepidante. Tanta rapidez nos obliga a actuar exigiéndonos demasiado, dando grandes pasos forzadamente, así que intenta bajar el ritmo conscientemente.

Bajar el ritmo supone tener más paciencia contigo mismo y también con los demás.

 

Por ejemplo, si tengo que realizar varias tareas de mi trabajo en una mañana, planifícalas. Prioriza lo urgente y concéntrate solo en lo que tengas delante con todos tus sentidos y olvida todo lo demás. Lo demás lo harás en un estricto orden de prioridades.

Atención y fuego lento es una magnífica fórmula para hacer de una en una las cosas que hay que desarrollar.

 

3.- Las emociones que estamos experimentando en esta situación agitan en gran medida nuestro interior. Así que es momento de seguir la voz de nuestro corazón y expresar lo que nos agita interiormente, sin importar que sean sentimientos de dolor o de alegría.

Eso sí, los de dolor es imprescindible que elijamos cuidadosamente el momento para compartirlos, la persona adecuada para ello y la forma de expresarnos. No vale que en un momento de álgido dolor, lo desparrames sin control ante cualquiera, porque puede provocar daños en la relación sin que sientas alivio, sino todo lo contrario: mayor agitación o ansiedad.

Por ejemplo reprochar a tu pareja el dolor que estás sintiendo en una determinada situación en la que ella no tiene que ver, es fácil que se viva como un ataque personal. Dependiendo de la salud de vuestra relación tendrá mayor o menor trascendencia. Cuando hay una captura emocional intensa por dolor es frecuente que no nos expresemos con acierto, así que debemos tener esto presente y no reaccionar a ciegas, es decir, con poca consciencia.

 

4.- Es momento de actuar con cierta soltura y despreocupación, en definitiva de ser más flexible de lo que habitualmente podemos ser. Tomarnos todo demasiado en serio, nos inquieta mucho más. Así que se precisa otra actitud. Sé que es difícil, pero posible. Un cosa es cumplir con lo que debemos hacer y otra, tomarnos este cumplimiento con una actitud severa y marcial.

 

Por ejemplo, descubres que el hijo de tu mejor amiga ha estado en contacto con varios positivos de coronavirus y está confiando en su habitación a la espera de seguir los protocolos sanitarios. En cuanto tienes conocimiento de esto, tu reacción es excesiva y te muestras especialmente inflexible y beligerante con tu hija para evitar que esto le pase a ella. Así que no le dejas que salga con amigos, le controlas sus pasos con un sistema de radar por el móvil, le tomas la temperatura cada vez que llega a casa, la interrogas sobre todo lo que ha hecho, etc.

¿Es esto saludable para ti, para tu hija y para el ambiente en el hogar que ha de ser el lugar de relax y descanso de todos?

Evidentemente, la soltura, despreocupación y flexibilidad es para aplicar en la forma de afrontar los deberes, es decir, una vez que te consta que tu hija es responsable, usa mascarilla, se lava las manos y guarda las distancias de seguridad ¿es beneficiosa la actitud comentada?

 

5.- El problema de las actitudes es que pueden hacer que las cosas no fluyan o no avancen.

Si te has estancado en una actitud negativa y estás agotado, puedes enfermar, y no precisamente por el coronavirus, sino por las “emociones infecciosas” que comentábamos. Así que es urgente que te tomes un descanso y tampoco me refiere al descanso por baja laboral, sino al descanso de tu actitud.

Suéltala y si no puedes solo, busca ayuda. Hay magníficos profesionales.

 

©Marta Antuña Egocheaga, Gijón, Asturias, Septiembre de 2020.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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